Carta al
editor
Implementación de la Guía de Buenas Prácticas
Clínicas ICH E6(R3): una oportunidad para descentralizar y democratizar la
investigación clínica en Perú
Implementation of the ICH E6(R3) Guideline for
Good Clinical Practice: an opportunity to decentralize and democratize clinical
research in Peru
Heydee Lisbet
Diaz-Martinez 1,a
1. Investigadora
independiente, Lima, Perú.
a. Químico
farmacéutico.
ORCID: https://orcid.org/0009-0000-0480-061X
Email: heydee_diaz@usmp.pe
Fuentes de financiamiento
Autofinanciado.
Conflictos de interés
La autora
declara no tener conflictos de interés.
Citar como: Dias-Martinez HL. Implementación
de la Guía de Buenas Prácticas Clínicas ICH
E6(R3): una oportunidad para descentralizar y democratizar la investigación
clínica en Perú. Rev Perú Cienc
Salud. 2025;7(3):1-2. doi: https://doi.org/10.37711/rpcs.2025.7.3.7
Sr. Editor:
En julio del año 2025 entró en vigencia la
nueva Guía de Buenas Prácticas Clínicas E6(R3) de la Conferencia Internacional sobre
Armonización (ICH, por sus siglas en inglés) (1),
lo que marca un cambio importante en la regulación de los ensayos clínicos a nivel
internacional. Esta nueva versión incorpora conceptos más modernos, como la
gobernanza de datos, el consentimiento informado como proceso continuo, el
enfoque basado en riesgos y, algo muy relevante para países como el Perú, la
posibilidad de realizar ensayos clínicos descentralizados (2).
En Perú, donde hay zonas con limitaciones en infraestructura,
conectividad y acceso a servicios de salud, esta modalidad puede representar
una verdadera oportunidad. La descentralización permite que la investigación
llegue al entorno del participante, sin que tenga que estar yendo
constantemente a un centro de investigación. Esto abre las puertas a métodos de
trabajo más inclusivos y flexibles, adaptados a las realidades culturales y
geográficas de muchas comunidades, especialmente en zonas rurales o de difícil
acceso (3).
Esta forma de hacer investigación resulta especialmente útil en el
contexto de enfermedades como el dengue, la malaria y otras enfermedades metaxénicas, que afectan principalmente a poblaciones
vulnerables y que requieren investigación en el lugar donde ocurren. También
puede aplicarse en enfermedades no transmisibles con brechas en diagnóstico o
tratamiento, como la anemia infantil, la desnutrición crónica o enfermedades
raras que necesitan estudios adaptados a poblaciones específicas. En todos
estos casos, acercar el estudio al participante puede hacer la diferencia para
obtener evidencia más útil y contextualizada (2).
Desde el punto de vista práctico, esta modalidad facilita el uso de
monitoreo remoto, recolección de datos digitales, así como la participación de
personal de campo que pueda hacer el seguimiento directamente en las
comunidades. Así mismo, estas herramientas pueden ayudar a cubrir más
territorio, ahorrar recursos y reducir los tiempos de ejecución (4).
Sin embargo, para que esto sea posible en el Perú, es clave contar con una
regulación más flexible y actualizada, junto con guías técnicas y éticas que
indiquen cómo deben controlarse estos procesos descentralizados (5).
Además, en estos escenarios descentralizados, el consentimiento
informado como proceso se vuelve aún más importante. Cuando hay poco contacto
presencial, se necesitan estrategias claras y adaptadas para asegurar que los
participantes realmente entiendan, acepten y se mantengan informados durante
todo el estudio. Esto es aún más crítico cuando se trabaja con poblaciones en
situación de vulnerabilidad social, económica o con barreras lingüísticas. En
esos casos, no basta con simplificar el documento: hay que desarrollar
herramientas de comunicación intercultural que realmente funcionen en el campo (6).
Por otro lado, la gobernanza de los datos plantea desafíos importantes,
especialmente considerando que en el Perú la digitalización del sistema de
salud todavía es parcial y desigual (7). Las plataformas usadas para
recolectar información deben ser seguras, auditables y validadas. También se
necesita capacitar al personal y establecer reglas claras para proteger la
privacidad de los participantes. En este punto, los comités de ética deben
fortalecer sus capacidades para evaluar no solo los aspectos científicos, sino
también la seguridad digital y la gestión de la información (8).
La nueva guía también promueve un enfoque de calidad basado en riesgos,
que permite ajustar los procesos según la complejidad del estudio, el tipo de
intervención o las características de la población. Esta flexibilidad es útil
para que centros con menos experiencia o ubicados en zonas alejadas también
puedan participar, sin que se les exijan recursos desproporcionados (9).
Así se puede fomentar una cultura de calidad más accesible y enfocada en lo
realmente importante.
En conjunto, la implementación de la Guía de
Buenas Prácticas Clínicas ICH E6(R3) en el Perú puede ser una gran
oportunidad para democratizar la investigación clínica, acercarla a las
comunidades y fortalecer una práctica más ética y responsable. Pero para que
esto no quede solo como una buena intención, se necesitan acciones concretas:
actualizar las normas nacionales, desarrollar guías específicas para
investigación descentralizada y gobernanza de datos, así como seguir formando
al personal y a los comités de ética en estos nuevos enfoques.
En ese sentido, es necesario revisar el Reglamento de Ensayos Clínicos
(D.S. N.º 021-2017-SA) (10), que actualmente no incluye conceptos
como la descentralización, la gobernanza digital o el consentimiento dinámico.
Su actualización sería clave para alinear la normativa nacional con los nuevos
estándares internacionales y asegurar así un entorno sólido y ético para la
investigación clínica.
Desde mi experiencia en este campo, tengo claro que implementar la Guía de Buenas Prácticas Clínicas ICH E6(R3) no será
un proceso automático, sino un esfuerzo colectivo que va a requerir compromiso,
coordinación y voluntad política. Pero también es una oportunidad única para
revisar nuestras prácticas, cerrar brechas y avanzar hacia un modelo de
investigación más justo, que tenga en cuenta las particularidades culturales y
sociales en Perú. El participante debe seguir siendo el centro de todo, no solo
como fuente de datos, sino como persona con derechos, contexto y dignidad, que
debe ser respetado en cada etapa del estudio.
REFERENCIAS