Trascendiendo barreras: el rol de las mujeres purépechas en la preservación cultural y la construcción comunitaria

Transcending barriers: the role of Purépecha women in cultural preservation and community building

 Saira Genoveva Galindo Castro 1,a


Filiación y grado académico

1 Universidad Nacional Autónoma de México, Cuautitlán Izcalli, Estado de México, México.

a Doctora en Antropología Social.


Citar como

Galindo, S. (2023). Trascendiendo barreras: el rol de las mujeres purépechas en la preservación cultural y la construcción comunitaria. Desafíos, 14(2). https://doi.org/10.37711/desafios.2023.14.2.394


Recibido: 02-05-2023

Aceptado: 15-07-2023 

Publicado en línea: 01-08-2023


RESUMEN

En el contexto de la comunidad purépecha, las mujeres desempeñan un papel fundamental en la organización y estructuración de la vida cotidiana dentro del espacio receptor. Estas mujeres purépechas, conocidas como uarhitiicha, reproducen en el nuevo entorno las mismas formas y roles de género que emplearían en sus lugares de origen. Sin embargo, la transición a un entorno sobremoderno también conlleva desafíos y choques culturales. A pesar de asumir las mismas obligaciones étnicas relacionadas con su género, también se les suman responsabilidades que normalmente recaerían exclusivamente en los hombres. Este cambio sociocultural responde a las necesidades específicas de las familias étnicas purépechas que migran, ya que mantener la diferenciación de género dificultaría su funcionamiento como una unidad familiar.

Palabras clave: migración; mujeres; purépechas; política; organización.

ABSTRACT

In the context of the Purépecha community, women play a fundamental role in the organization and structuring of daily life within the receiving space. These Purépecha women, known as uarhitiicha, reproduce in the new environment the same gender roles and forms that they would employ in their places of origin. However, the transition to a supermodern environment also brings challenges and cultural shocks. Despite assuming the same ethnic obligations related to their gender, they are also burdened with responsibilities that would normally fall exclusively on men. This socio-cultural shift responds to the specific needs of migrating Purepecha ethnic families, as maintaining gender differentiation would make it difficult for them to function as a family unit.

Keywords: migration; women; Purepecha; politics; organization.


INTRODUCCIÓN

Las mujeres purépechas han decidido establecerse junto a su comunidad étnica en el barrio de la Laguna de la Piedad, que se encuentra frente a una avenida homónima. Esta avenida está en la esquina de la avenida Chalma, en Cuautitlán Izcalli. Ambas avenidas son importantes, lo que implica un alto flujo de tráfico. Se sabe que provienen de Capácuaro, en el Estado de Michoacán. La comunidad de mujeres purépechas ha estado viviendo en el Estado de México durante aproximadamente 15 a 20 años, y han permanecido en la Laguna de la Piedad durante los últimos diez años.

Alquilan y residen en un terreno baldío de grandes dimensiones que han dividido en doce espacios. Estas áreas cuentan con construcciones de madera y lonas que funcionan como casas y también como negocios, según las llaman ellas mismas. Los negocios se encuentran cerca de otros comercios que no son propiedad de mujeres migrantes purépechas y consisten principalmente en puestos de lámina donde se venden estantes, columpios para garrafones de agua, productos de aluminio y artesanías como dulceros, exhibidores y vitrinas, entre otros. Los terrenos donde se encuentran los "negocios" de los purépechas eran lugares vacíos que nadie alquilaba o quería ocupar. Gracias a su presencia, estos lugares ahora tienen una visibilidad positiva, aunque a veces discriminatoria, ya que la gente mestiza los percibe como "los pobres indígenas". Esto los hace recibir preferencia al comprar productos de madera y carpintería o al recibir donaciones altruistas, tanto de particulares como de asistencia social.

Dado que su principal actividad es la carpintería, se ven obligados a obtener materias primas como madera, barniz, laca, tinturas, etc. Utilizan estos materiales para elaborar muebles que son solicitados con frecuencia por los clientes, ya que ofrecen precios más bajos que los que se encuentran en tiendas departamentales (que no existen en La Piedad) e incluso en otros negocios de carpintería que no pertenecen a los purépechas. Esto ha tenido un impacto en las formas económicas de intercambio, ya que han desplazado e incluso reemplazado a los carpinteros locales que ya trabajaban en la zona. Esto ha ocurrido por dos razones. En primer lugar, los purépechas reducen su margen de ganancia para obtener más trabajo, lo que les otorga preferencia entre los potenciales clientes. En segundo lugar, sus trabajos se realizan con mayor rapidez. Debido a esto, no solo se les solicita para la elaboración de muebles y artesanías de madera, sino también para la distribución, reparación, mantenimiento, afinamiento e incluso el diseño de objetos fabricados con este material.

Sobre su presencia en el pueblo

Si algo se debe mencionar de los asentamientos purépechas es que su presencia implica, de facto, una alteración o modificación del paisaje, lo que los hace fácilmente reconocibles. Además, al "ganarle" trabajos a los carpinteros y madereros locales, se adueñan de los modos de producción, los procesos de elaboración y venta de muebles, lo que modifica el sistema de intercambios económicos. Esto también provoca el descontento de los carpinteros locales. Sin embargo, no solo es su forma de trabajar y comerciar lo que genera cambios importantes que pueden generar agrado o repudio entre los pobladores locales. La presencia de las mujeres purépechas revela la existencia de una modificación en lo que Foucault (1977) considera prácticas de poder y control social, en cuanto a que estas se hacen manifiestas en su relación con los pobladores nativos de Tepojaco e influyen en su experiencia migratoria y en la construcción de su identidad étnica. Es cierto que su presencia en el lugar nunca será indiferente. No obstante, es importante agregar que las mujeres purépechas no tienen la intención de modificar el paisaje ni el contexto cultural en el que se insertan.

El caso de los purépechas implica algo más que cuestiones económicas e incluso trasciende lo psicosociocultural. Su presencia en la Laguna de La Piedad tiene impactos que repercuten en lo ecológico, debido a la falta de drenaje. Durante el día, aprovechan las gasolineras u otros negocios donde pueden acceder a baños públicos. Sin embargo, durante la noche, utilizan cubetas para orinar y defecar, vaciándolas en los márgenes de los terrenos en los que habitan o en coladeras cercanas. Esto ha provocado la aparición de plagas como ratas, ratones, cucarachas y moscas. Además, han buscado y adoptado gatos a los que permiten reproducirse sin ningún control, pensando que al aumentar su número como depredadores de roedores e insectos podrán erradicar las plagas que resultan de sus prácticas de deshecho. Sin embargo, es cierto que los gatos también se han convertido en una plaga, y no se preocupan por disminuir su población.

En general, carecen de acceso a servicios públicos, como se mencionó anteriormente, no tienen drenaje ni agua corriente. Además, en lugar de comprar gas natural o licuado para obtener fuego para cocinar o calentar agua, utilizan leña. Tienen electricidad que no pagan, ya que utilizan "diablitos", dispositivos que les permiten conectarse directamente a la toma de energía eléctrica sin costo. Sin embargo, no escatiman en gastos cuando se trata de hospitales, clínicas, mercados e incluso contribuciones a la escuela o iglesias. Esto indica que no utilizan servicios de acceso público, sino que destinan grandes cantidades de dinero para acceder a servicios privados y costosos. La persona que lidera el grupo fue la primera en llegar al campamento, y se entiende que su estatus se organiza según el orden de llegada.

El papel de la mujer purépecha en los campamentos

En el asentamiento purépecha hay 12 familias, es decir, una por cada construcción a la que llaman "negocio". Cada una de ellas está compuesta por entre cinco y ocho individuos, lo que da un total aproximado de 80 personas. Las 12 familias pueden o no ser parientes entre sí, pero sí pueden ser familias compuestas. Cuatro personas, dos adultos jóvenes y dos niñas, son los informantes clave de este colectivo étnico. Su particularidad radica en el hecho de que suelen establecer fuertes vínculos con los paisanos más que con sus propios parientes cuando vienen de su ireta (pueblo). Las relaciones entre las familias purépechas son necesarias para que la vida en el pueblo sea llevadera, ya que sin ellas simplemente no podrían coexistir culturalmente con los mestizos. Además, gracias a las relaciones con los habitantes de su campamento, pueden preservar gran parte de sus sistemas culturales.

Se aclara que, aunque han logrado adaptarse hasta cierto punto, las relaciones con algunos de los pobladores nativos de Tepojaco siguen siendo hostiles, y muchos los consideran invasores. Por tanto, muchas de las relaciones de parentesco o paisanaje les sirven como eslabones simbólicos de reproducción constante a nivel consanguíneo y de parentesco, lo que permite un continuum que funciona como vínculo arquetípico común para enfrentar un ambiente diverso y hostil que no les beneficia, sino que crea condiciones adversas. Por lo tanto, seguir siendo purépechas es un reto que deben superar.

El caso de las uarhitiicha (mujeres purépechas) debe ser considerado cuidadosamente para determinar el papel que desempeñan como migrantes étnicas. Su anchikuarhekua (trabajo) comienza mucho antes de emigrar, y el hecho de que las migraciones de esta etnia ocurran una vez que las parejas se han casado mediante el ritual purépecha supone que ellas deben acompañar a sus parejas y, en ocasiones, cargar con los uájpéecha (hijos) en caso de que ya los tengan cuando decidan cambiar de lugar de asentamiento.

Estructura y organización femenina

Las mujeres purépechas desempeñan un papel crucial en la organización de la vida en el nuevo espacio de acogida. Ellas determinan la ubicación y distribución de las diferentes áreas dentro de un único espacio que comprende la habitación-negocio donde residirán. Asignan un lugar específico para el baño, la cocina, el taller y el dormitorio, en un espacio de aproximadamente 100 metros cuadrados.

También delimitan las áreas de negocios de otros parientes y paisanos, así como el lugar comunitario donde se lava la ropa y se organiza un fogón comunitario para fiestas y celebraciones.

Durante estos primeros momentos se dedican a reproducir las mismas formas que emplearían en sus lugares de origen, de acuerdo con su género. Sin embargo, establecerse en un espacio sobremoderno también conlleva choques y diferenciación cultural. Es importante destacar que, aunque asumen las mismas obligaciones étnicamente asignadas a su rol de género, también se les suman muchas otras que en su lugar de origen habrían correspondido únicamente a los t'arhecha (hombres). Según lo que propone Butler (1990), las mujeres purépechas podrían estar desafiando las normas de género establecidas al asumir roles y responsabilidades que tradicionalmente se asignan a los hombres, lo que pone en evidencia la posibilidad de subvertir las identidades de género preestablecidas. Esto suele ser una transición temporal ya que de ser permanente implicaría la pérdida o resignificación de la identidad étnica. Este cambio sociocultural responde a las necesidades específicas, tanto de la persona como de las anapuecheecha (familias étnicas) que se desplazan, ya que, si se mantuviera esa diferenciación de género no podrían valerse como una familia.

En los iretiicha (pueblos de origen), las mujeres purépechas pueden dedicarse a la agricultura, y ya han aprendido a trabajar la madera, lo cual es característico de su etnia. Por lo tanto, no debe sorprender que las mujeres tengan nociones básicas de carpintería e incluso puedan ayudar a sus maridos o relevarlos en ciertas actividades relacionadas con ese oficio. Son conscientes de esta situación antes de partir. Una vez que las mujeres han establecido las directrices para el espacio receptor, la disposición del taller, el hogar, los altares, etc., comienza una vida diferente. A partir de entonces, se dedican a aprender dónde comprar los materiales y productos necesarios, se encargan de la correcta alimentación de sus uájpéecha (hijos), los llevan a la escuela y, como náantiicha (madres), se aseguran de que todos los niños de la comunidad purépecha estén en la misma escuela y en el mismo salón, según su grado académico. Como resultado, son responsables de garantizar la continuidad sociocultural que les permite mantener una identidad étnica que los distingue de los mestizos, extranjeros y otras etnias. Además, al asegurar la convivencia entre los niños de la etnia, fomentan la creación de relaciones internas que se espera que, posteriormente, se conviertan en parte de las redes sociales de apoyo mutuo.

No solo se preocupan por la preservación cultural, sino también por mantener lazos familiares y étnicos en un continuo que les permita mantener una identidad diferenciada. Estos lazos también les brindan apoyo en caso de dificultades, especialmente con aquellos que son diferentes a ellos. Aplicando la teoría de Bourdieu (1977), se podría argumentar que en el análisis de las mujeres purépechas destaca la interacción entre las estructuras sociales y las prácticas culturales, evidenciando cómo su organización comunitaria y la preservación de su identidad étnica se basan en la reproducción constante de prácticas y relaciones sociales. Por eso, las mujeres purépechas se esfuerzan para que sus hijos asistan a las mismas escuelas e incluso a los mismos grupos, asegurándose de que estén disponibles si hay problemas con los mestizos u otros migrantes étnicos no purépechas. Esto implica un arduo trabajo por parte de las madres, pero también implica una organización colectiva de mujeres para lograr metas específicas, una organización que no se observa en el caso de los t'arhecha (hombres).

Además, se encargan de asegurarse de que todos tengan acceso a los servicios básicos, independientemente de si se llevan bien o no. Por ejemplo, se reúnen principalmente para pedir pipas de agua. Aunque puede haber diferencias entre ellas, son plenamente conscientes de que cualquier acción en beneficio de la comunidad también las beneficia a ellas y a sus familias. Por lo tanto, continúan tejiendo redes de apoyo femenino para obtener beneficios constantes. También comprenden que poner sus problemas personales por encima de los asuntos que les brindan apoyo sería desastroso y no beneficiaría a nadie.

Las redes sociales de apoyo creadas por mujeres purépechas pueden prescindir fácilmente de aquellos que no se llevan bien entre sí. Hay factores mucho más importantes a considerar para llevar a cabo acciones que contribuyan a una vida mejor. Sin embargo, no todas las formas de cooperación se centran únicamente en la satisfacción de las necesidades básicas, ya que existen muchas otras formas en las que la cooperación desempeña un papel vital en la conformación y preservación de la identidad. Las mujeres son las encargadas de organizar las t'irekuicha (fiestas comunales) y se aseguran de que no falte nada y de que todo esté listo para llevar a cabo las festividades y celebraciones. También se encargan de comprar y dar regalos en los cumpleaños de los niños, incluso si están peleadas con los padres del menor. En días festivos como Navidad, las mujeres reúnen a la familia y cocinan para ellos. Además, en el día de Santa María de Guadalupe (12 de diciembre), todas las mujeres purépechas se concentran para preparar alimentos y bebidas, tanto para la comunidad como para los peregrinos que llegan de diferentes lugares, sin importar su procedencia étnica o lingüística.

Las mujeres se levantan muy temprano para cocinar y salen a primera hora de la madrugada para distribuir raciones de comida a los paseantes, hasta que se acaben los alimentos que han llevado. Permanecen allí todo el día y comen de sus propias provisiones cuando tienen hambre. Esta fiesta es extremadamente importante para ellas y para la comunidad en general. Además, en el trabajo de la carpintería, son las mujeres quienes dan la primera impresión, ofrecen el catálogo, hacen sugerencias y se enfrentan a los clientes. Las mujeres adultas, incluidas las hijas, se dedican a lijar y organizar los muebles dentro del taller. Sin embargo, no se les permite utilizar herramientas a menos que sea absolutamente necesario, y el uso de máquinas está prohibido para ellas. En algunos casos también ayudan a cargar y transportar muebles al destino solicitado.

En resumen, las mujeres purépechas desempeñan un papel vital en la organización de la vida en el nuevo espacio receptor. A través de la asignación de áreas y la delimitación de negocios y espacios comunitarios, garantizan la preservación cultural y la continuidad de la identidad étnica. Además de cumplir con las obligaciones asignadas a su género, asumen responsabilidades adicionales que tradicionalmente correspondían a los hombres. Trabajan en conjunto para lograr metas específicas, apoyarse mutuamente y mantener redes sociales de apoyo. También se encargan de organizar festividades y celebraciones, así como de asegurar la preservación de la identidad a través de la participación activa en eventos culturales y religiosos. Finalmente, según lo que propone Hooks (1981), el caso de las mujeres purépechas resalta la importancia de considerar las intersecciones entre género, raza y clase social, ya que su experiencia migratoria y su lucha por mantener su identidad étnica se ven influidas por estas categorías sociales entrelazadas


CONCLUSIONES

En conclusión, las mujeres purépechas desempeñan un papel fundamental en la organización de la vida comunitaria en el nuevo espacio receptor. A través de su labor demuestran una notable capacidad de liderazgo y cooperación, garantizando la preservación de la identidad étnica y la continuidad de las tradiciones culturales. Estas mujeres asignan lugares específicos en el espacio, delimitan áreas de negocios y espacios comunitarios, y se aseguran de que todos los miembros de la comunidad tengan acceso a servicios básicos. Además, asumen responsabilidades adicionales que tradicionalmente se asignaban solo a los hombres, ampliando así su rol de género y adaptándose a las necesidades específicas del nuevo entorno. La solidaridad entre las mujeres purépechas es evidente en su capacidad para trabajar en conjunto, establecer redes de apoyo y resolver problemas comunitarios. Su enfoque no se limita solo a las necesidades básicas, sino que también se extiende a la preservación de la identidad cultural, la organización de festividades y la participación activa en eventos religiosos.


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Fuentes de financiamiento

La investigación fue realizada con recursos propios.

Conflictos de interés

Los autores declaran no tener conflictos de interés.

Correspondencia

Saira Genoveva Galindo Castro

Dirección: San Francisco de Asís No. 10, Colonia lomas de San Francisco Tepojaco, Cuautitlán Izcalli, Estado de México, México. CP. 54720

Teléfono: 5538987855 Email: sairaggc@gmail.com